Fecha
2018-04-07
Temas
AMLO
Elecciones
Descripción
<p>Muchos aseguran que aunque López Obrador gane la presidencia, es muy improbable que su partido tenga mayoría en el congreso, y que por esta razón, la división de poderes haría su trabajo haciendo gala de los pesos y contrapesos con los que está diseñado el sistema político mexicano. </p><p> <br />¿Seguros? A lo mejor se perdieron la toma de protesta de López Obrador como candidato a la presidencia por el Partido Encuentro Social. En el evento anunció que, de ganar las elecciones, convocaría a una Asamblea Constituyente para la elaboración de una “constitución moral”. </p><p> <br />López Obrador mencionó en su discurso que la “constitución moral” estaría basada en “La Cartilla Moral”, escrita por Alfonso Reyes en 1944. En dicho libro se menciona que “La moral de los pueblos civilizados está toda contenida en el Cristianismo. El creyente hereda, pues, con su religión, una moral ya hecha, pero el bien no sólo es obligatorio para el creyente, sino para todos los hombres en general”. Además, para Reyes “el bien es un ideal de justicia y de virtud que puede imponernos el sacrificio de nuestros anhelos, y aún de nuestra felicidad y de nuestra vida.”. Continúa señalando que “la ciencia, el arte, la actividad comercial e industrial, las diversiones, son actividades humanas que no deben contravenir las normas morales” y además “la apreciación del bien, supone el acatamiento a una serie de respectos que equivalen a los "mandamientos" de la religión”. </p><p> <br />¿Cuáles serían las implicaciones de basar la Constitución en un texto como “La Cartilla Moral”? Para contestar esta pregunta, lo primero es recordar para qué está diseñada una Constitución. En pocas palabras, la Constitución establece las reglas generales que rigen el juego democrático. Es un instrumento contramayoritario diseñado para proteger los derechos fundamentales de la población en general. El objetivo es que el conjunto de principios generales contenidos en ella sirva para garantizar las libertades fundamentales. De no tener este control, las libertades individuales estarían sujetas al voto de la mayoría, lo cual abre la puerta a abusos de las mayorías a las minorías.</p><p> <br />De ninguna forma creo que sea incorrecto que un presidente tenga concepciones personales del bien y del mal. Todos las tenemos. El problema no es que el presidente tenga ciertas creencias personales, sino que esas creencias las haga reglas inapelables plasmadas en el ordenamiento jurídico más importante que es la Constitución. Precisamente la Constitución está hecha para que no sea el gobernante en turno el que nos diga qué hacer y qué pensar. Está hecha para que vivamos en el imperio de la ley y no en el de la voluntad del gobernante. Integrar a la Constitución principios morales implicaría asumir una posición con respecto a qué está bien y qué está mal. El problema entonces serían los derechos de las personas que tengan una concepción diferente con respecto al bien y al mal.</p><p> <br />La “constitución moral” no solo nos diría qué hacer sino también qué pensar y qué sentir. Lo preocupante es que la moral a seguir sería la que le parezca mejor a López Obrador, que es una persona autoritaria e intolerante a la que le parece que si no estás a favor de su movimiento, estás en contra. El demagogo que se dice liberal, condena la crítica como un nuevo atentado de “la mafia del poder”. Eso no es aceptable para nadie que pretenda representar a México. Desde su primera participación en elecciones presidenciales hemos visto que su discurso se basa en la descalificación total de la oposición y en el odio. </p><p> <br />Desde de mi punto de vista, la sociedad experimenta hoy una crisis de valores. Sí necesitamos crecer como ciudadanía, pero este objetivo está muy lejos de resolverse con la creación de una constitución moral. Necesitamos representantes honestos con propuestas claras y contundentes que tengan un enfoque institucional y no personalista como el de López Obrador.</p><p> <br />Debemos reflexionar nuestro voto a la luz de las experiencias que nos ofrece la historia para no cometer los errores que se han cometido en Venezuela (Chávez) y en Estados Unidos de América (Trump). Los demagogos son un peligro para las democracias de todo el mundo. Hoy en México la población está harta de la política (con justa razón) y por ello es especialmente receptiva a los discursos de los demagogos.</p><p> <br />Los ciudadanos debemos informarnos y comparar propuestas reales, no ocurrencias. Debemos prestar atención a los debates presidenciales que habrán de facilitar el contraste de las ideas de los candidatos más allá de los discursos vacíos. México merece que reflexionemos a fondo el voto que habremos de emitir en esta elección del 1º de julio, que es la más importante en la historia de México.</p>