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De debates y arrebatos
dc.contributor | Gamborino, Manuel | es_MX |
dc.date.accessioned | 2018-05-23T13:31:47Z | |
dc.date.available | 2018-05-23T13:31:47Z | |
dc.date.issued | 2018-05-23 | es_MX |
dc.identifier.uri | http://ru.juridicas.unam.mx:80/xmlui/handle/123456789/1747 | |
dc.description | <p> </p><p>¿Cuál es el objeto de un debate en una elección? Hay muchos que lo destacan como la oportunidad de evaluar, directamente, las propuestas y contrapropuestas que tienen las diversas opciones a elegir. Asimismo, se identifica al debate como una herramienta del ejercicio democrático donde, en igualdad de condiciones, las personas con una candidatura presentan, de manera general, los puntos fuertes de sus proyectos de trabajo.</p><p>El debate del 20 de mayo de este año no fue, desgraciadamente, lo que muchos deseamos hubiera sido: un ejercicio democrático donde los múltiples candidatos atacaran con respuestas de fondo el cuestionamiento directo de integrantes de la sociedad. ¿Por qué? Vaya, las causas son variadas.</p><p>En primera instancia, los candidatos pretenden dirigirse al público a partir de la premisa de la desinformación, esto es, suponen que mencionando un dato aislado pueden impresionar y dotar de una falsa autoridad a su argumento. Dicho intento es frustrado a partir de que producto de la constante interacción entre usuarios, así como el esfuerzo de iniciativas de verificación de información, arrojan una verdad prácticamente irrefutable: el candidato X o el candidato Y tergiversa la verdad, modifica los datos, no toma variables en consideración, entre muchas otras cosas.</p><p>Ahora bien, ¿por qué ocurre esto? El candidato de este proceso electoral, ve al electorado como una masa uniforme de personas, con reclamos puntuales y que a su juicio son los temas de actualidad. En ese orden de ideas, se obliga (o su equipo lo forza, vaya) a atacar los temas que en el momento se discuten, pasando de prometer una solución inmediata a la propuesta de “cambiar las cosas”. Si bien es cierto, es necesario atacar los problemas de actualidad en el debate político, también lo es que necesitan ser planteadas soluciones factibles a efecto de evitar un ejercicio de mera demagogia.</p><p>Ni Ricardo Anaya Cortés, Andres Manuel López Obrador, José Antonio Meade Kuribreña o Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón han logrado, durante el debate del fin de semana pasado, conectar con el público nacional, explicando y atendiendo el clamor por planes que nos expliquen el cómo se pretende cumplir con tal o cual promesa.</p><p>Habrá quien mencione que para eso están los proyectos de Nación de las diversas coaliciones, pero, más allá de lo anterior la petición es simple: un candidato o candidata que puntualmente, en el espacio y tiempo con el que cuenten, explique rápidamente qué plan tiene para atender una necesidad concreta, porqué lo estima conveniente y con base en qué planea aplicar el mismo. Desgraciadamente, priman los ataques personales que más allá de esclarecer la preferencia del elector, lo arrojan a un juego de ruleta rusa que se reduce a elegir al que, en el momento, pareció más carismático o más capaz de resolver una cuestión sin trascendencia.</p><p>Y en tanto no sea exigido mediante la interacción social un nivel de debate más propio de una elección presidencial, seguiremos recordando esos ejercicios como una ronda de chistes y de jugosos momentos dignos de protagonizar la siguiente ola de popularidad en las redes.</p> | es_MX |
dc.format | image/jpeg | es_MX |
dc.language.iso | es | es_MX |
dc.publisher | Universidad Nacional Autónoma de México. Instituto de Investigaciones Jurídicas | es_MX |
dc.subject | Segundo debate | es_MX |
dc.title | De debates y arrebatos | es_MX |
dc.type | Working Paper | es_MX |
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