Fecha
2018-06-12
Temas
TEPJF
Descripción
<p> </p><p>La actual integración de la Sala Superior del Tribunal Electoral desde su instalación había carecido de vida propia. Las decisiones se tomaban en Los Pinos por intereses políticos. La mayoría sólo obedecía. La calidad de las sentencias se fue a pique. La legitimidad también. Académicos, comunicadores, autoridades electorales, políticos, organizaciones de la sociedad civil, volteábamos a ver con preocupación lo que sucedía en Carlota Armero. Se hizo lugar común el chiste de que ya extrañábamos a la anterior integración, que al menos con ella existía pluralidad. </p><p>Argumentos irrisorios que impactaban en el proceso electoral: Cancha pareja, programas sociales, tarjeta rosa, la validez de la elección de Coahuila, el penoso caso de El Bronco, debates en intercampañas, el mecanismo de cómputo de los votos, todas las sentencias parecían escritas por una mano que no sabía gran cosa de la materia electoral y menos aún de la equidad en la contienda. Golpes innecesarios al INE. Con la vista puesta en la Suprema Corte, la mayoría resolvía como tribunal de consigna. </p><p>Han pasado varios meses y de la crítica social se ha pasado a acciones institucionales concretas. La primera reacción surge en el marco del Senado de la República. Un grupo de senadores ha presentado una iniciativa para reformar la Constitución y prohibir que los integrantes de la Sala Superior puedan ser propuestos en ternas para ministros. Se parte de la premisa de que el actual papel de tapete que representa la mayoría de la Sala Superior del Tribunal Electoral tiene que ver con el sueño guajiro de ser postulados para las plazas que se desocupan en la Suprema Corte. Es un primer aviso. </p><p>En lugar de funcionarios judiciales, la Sala Superior fue tomada por un grupo de políticos de closet. No todos, existe un grupo de Magistrados (con mayúscula) pero el otro grupo sí adquirió el papel de porristas. Son “magistrados”. Así. Entrecomillado. En minúscula. Personas que quisieran ser personajes públicos pero que por casualidad llegan a los espacios electorales y consideran que su función es política para auxiliar al Gobierno. Qué lejos están de Woldenberg o de Castillo. Que cerca de Castillejos. Cuando pienso en ellos, también pienso en quienes estuvimos en algún momento en el ejercicio de las funciones electorales y, precisamente por desempeñar nuestra función con imparcialidad, fuimos separados o no tuvimos posibilidades de seguir en los espacios electorales. ¿O alguien piensa que Lozoya, Escobar, Duarte o Borge no cometieron delitos electorales? </p><p>En esta integración se privilegió la docilidad, a la independencia. Me han comentado del interior del Tribunal que alguna persona integrante de la Sala llegó a plantear que en caso de que ganara López Obrador la elección (lo cual es indubitable que sucederá), esa mayoría anularía la elección. Nunca he visto tanta soberbia en alguien que se dice juzgador. No ven con seriedad su función. No entienden que su función no es hacer política. Es ejercer sus funciones en el marco de la Constitución. </p><p>Afortunadamente, todavía hay jueces en Berlín, dice la frase insignia judicial. La y los “magistrados” no sabrán a que me refiero. Significa que siempre habrá juzgadores que no se arrodillan frente al poder. Hoy, se está formando una nueva mayoría. Conozco a Janine Otalora hace mucho tiempo, lo mismo a Felipe de la Mata y Reyes Mondragón. Confío en ellos y espero que Indalfer Infante, por el orgullo del Poder Judicial, actué de forma imparcial, independiente, objetiva, profesional, excelente. Que se empape de la ética de Azuela, de la independencia de Cossío, de la sabiduría de Silva Meza, de la convicción de Olga Sánchez Cordero. Todo el país necesita que esta nueva mayoría dé certeza al proceso electoral. Juzgadores electorales, no lacayos. Confiamos en ellos para que sepan mostrar firmeza ante actuaciones violadoras de la ley, vengan de donde vengan. </p>